Hoy
La flore celofán lleva su nombre por sus pétalos, sus tiritas de pétalos, de la textura de las porras, esas con las que se alientan a los cumpleañeros, los recién casados, los jugadores en las canchas.
Claro, usted ha acertado, es una flor cotillón, pero no viene a imitar, disfrazar, viene a adornar, ¿qué cosa? Pues usted ha acertado, de lo que hemos estado hablando: el camino.

Entre vos y yo
Un capricornio muy seguro en los quehaceres artísticos pero deliberando por el amor, ¿es fallido o correspondido?, ¿y quién grita allá del otro lado?, ¿y por qué grita?
Resulta que esta flor se cansó del ramo y se lanzó al asfalto. Y ahí quedó, sin hermanas de planta ni florero, arrancada, a la deriva, por arriesgada.
Sin embargo la flor celofán siempre supo de sus encantos, alguien la veía, con su color entre fucsia y violeta, eléctrica siempre, porque estamos de fiesta.
Y otra cosa sabía, quien la viera, no dudaría ni un segundo en tenerla entre sus manos, sería alguien como ella, lista para el carnaval.
Así fue que la encontré una tarde cualquiera, y la traje a mi cocina, aunque tengo la sensación de que quiere estar más cerca, que la vea, que coma con ella, que me siente al desayuno, una estadía con compañía completa.
Poesía para sentirla
Ella es decoración, ella es vida, ella es baile y canción, ella es encuentro y conexión. Ella es mi flor arriesgada, a encontrarse con quien con ella canta y baila, organiza un tren de la alegría, y vive la vida con preguntas sin respuesta, pero ahora sabemos, ella y yo, que somos nosotras la respuesta, siempre fuimos la poesía, por eso la escribíamos, siempre fuimos eso sin nombre ni palabra que aparece incógnito en relatos y cuentos, que hace de comensal parecido, con un poco más de estilo, pero también, nos dimos cuenta mi flor y yo, que somos nosotras el estilo.